Hay momentos en que la familia parece todo menos una familia. Y es que esta no se nos da completa solo por el hecho de conformarse como tal, es necesario trabajarla a pulso para lograr las metas y los sueños que se tienen para ella.
Hay que reconocer que no siempre haremos las cosas bien, y que habrá dolor, circunstancias difíciles, e inclusive trágicas, pero si lo vivimos desde unas relaciones fuertes, el enfoque puede voltearse y dejar un saldo positivo en la manera de abordar las vicisitudes de la vida.
Han transcurrido doce meses del año y es necesario preguntarse individualmente:
¿Cuánto contribuí a forjar una verdadera familia?
¿Cuántas horas de tiempo le dediqué a ella?
¿Y cuánto tiempo a otras cosas que eran postergables ante sus necesidades?
Evalúe sus propias respuestas, y si considera que el saldo va en contra de su familia, no desaproveche la maravillosa Navidad para vivir la unidad, la paz y el amor que se proclama a partir de ese niño Dios que nace en cada uno de nosotros si se lo permitimos, y que usted puede experimentar plenamente.
Deseo de todo corazón que vivan una Navidad renovada en ese Dios que nos da la esperanza de un cambio interior. (O)