La cultura guancavilca o huancavilca (600-1534) es la última cultura precolombina de la Costa del Ecuador. Habitaron en la zona comprendida desde la isla Puná, parte del golfo de Guayaquil y las provincias de Santa Elena, Guayas y el sur de Manabí, ya que en el norte de esta, los indígenas pertenecían a la cultura manteña o pache.
Según mi querido amigo y maestro arqueólogo Javier Véliz Alvarado Alvarado, hasta 1762 los curas de la iglesia Santa Catalina de la parroquia Colonche, en el norte de Santa Elena, inscribían a los niños en las actas de bautismo como ‘indio guancavelica’.
Son descendientes de las culturas anteriores, como la valdivia (3800 a. C.-1500 a. C.), que es la más antigua de Ecuador, y luego de las culturas machalilla, chorrera y guangala.
Los huancavilcas fueron atacados muchas veces por los incas, pero nunca permitieron ser sojuzgados por ellos y fueron grandes navegantes que surcaban el mar en balsas para comercializar la concha spondylus, tejidos de algodón, oro y plata, especialmente con los nativos mesoamericanos, con quienes tenían un gran intercambio comercial.
Al arribar los españoles a lo que hoy es el Ecuador en 1526, la población guancavilca fue diezmada por las nuevas enfermedades traídas por ellos, pero sus descendientes aún subsisten en la misma zona denominados hoy como comuneros o cholos peninsulares, conservando parte de sus tradiciones y costumbres autóctonas muy diferentes a las de los montuvios, que se encuentran alejados del mar y que descienden de los indios chonos de la cultura milagro-quevedo (500 d. C.-1500 d. C.).
Con los compadres zamoranos Guillermo Hasing y Miguel Ángel Hidalgo León realizamos un recorrido desde el balneario de Playas, cercano a Guayaquil, bordeando el mar, por el que se pasa por varias comunas y pueblos costeros recónditos y olvidados por los gobiernos, tales como Engabao, Engunga, Villingota, Tugaduaja, hasta llegar al bello y antiquísimo pueblo de Chanduy (capital de los huancavilcas), todos los cuales se dedican hoy a la pesca y a las piscinas camaroneras, ya que la ganadería casi ha desaparecido por la deforestación y por la sequía permanente de esta zona semiárida del Ecuador.
Al contrario de los montuvios, que provienen de una mezcla de cuatro razas (blanca, negra, indígena costeña e indígena andina), es decir, son mestizos y llevan en su mayoría apellidos españoles, los cholos se han conservado casi puros y llevan sus apellidos originales y autóctonos, tales como Quinde, Villao, Cayche, Baidal, Yagual, Borbor, Leyton, Quirumbai, Mateo, entre otros. (F)