El nuevo cine mexicano sigue dando de qué hablar, pero no solo por esa oscarizada trilogía de realizadores que conforman Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González- Iñárritu. En las salas mundiales —incluyendo las nacionales— ha explotado un taco de dinamita titulado Nuevo orden, bajo la dirección de Michel Franco, un director independiente de nueva camada.

No conocíamos sus películas anteriores, por lo que descubrir su última producción es como resbalarnos al pie de un abismo en una caída libre y sin efectos digitales que nos rescaten. Este nuevo orden nos conecta a una sociedad mexicana que muy bien podría ser la de América Latina o, últimamente, la de los vecinos norteños de México, con Trump a la cabeza. En una de esas bodas en mansiones modernas, donde todo brilla y luce a la perfección, comenzamos a advertir pequeños detalles en la televisión que ven los empleados en la cocina: algo sucede en las calles del DF y los actos de violencia primero parecen muy lejanos... Lo que este nuevo orden nos trae es precisamente esas miradas distantes a las más pavorosas realidades que de repente invaden nuestras propias vidas, algo peor que el virus. La insensibilidad social y la corrupción política dan pie a un totalitarismo aparentemente militarizado solo comparable al nazismo. Michel Franco recrea una pesadilla que vivimos como nunca antes habíamos palpado en la pantalla grande. Una visión crucial para el público de hoy.