Los débiles tienen el derecho de ser protegidos. Ese principio ha permitido el desarrollo de la especie humana porque, gracias a ello, los más pequeños pueden alcanzar una edad adulta. Los actuales tiempos le brindan un significado especial a ese indispensable sentido de amparar al prójimo, ya que todos nos encontramos en un latente estado de vulnerabilidad que requiere de distintas voluntades que nos permitan combatir el azote pandémico y sus consecuencias. Los actos de solidaridad han sido buena parte de la esencia mediática en este año y se proyectan al 2021. Pero hay otros actos de protección al desvalido que son menos mediáticos (pero igual de necesarios), como el desempeñado por Verónica Fernández en su albergue El Perro Feliz, en Bahía de Caráquez.