Hay diferentes causas por las que una persona llega a vivir con un solo riñón. Un defecto congénito. Algún tipo de problema maligno, como cáncer, que obliga a quitar uno de estos órganos. O podría ser un donante de riñón. Finalmente, podría haber pérdida por causa de traumatismos o en caso de un síndrome poliquístico.
A veces, el riñón se infecta a tal punto que hay que retirarlo. O desarrolla cálculos coraliformes, que ocupan toda la estructura del riñón, explica el doctor Fabián Ortiz, especialista en nefrología y máster en trasplante de órganos.
La expectativa de vida del paciente monorreno puede ser igual e incluso superior a quien tiene sus dos riñones. En el caso de los donantes, uno de los requisitos es un excelente estado de salud. Y en general, dice el médico, la persona que sabe que tiene un riñón entra en un régimen de cuidado de por vida. “Todos los hábitos tóxicos salen, y se entra a un control semestral o anual con un especialista; si comienza algún problema, recibe tratamiento oportuno”.
Los controles médicos dependen de la causa que llevó al paciente a tener un riñón. Si es por defecto congénito, será anual. En los casos de cáncer se combinan dos visitas anuales al nefrólogo y tres o cuatro al oncólogo, dependiendo del estadio en que se descubrió la enfermedad. Al cabo de siete años, la consulta será solo nefrológica, y se lo considerará en remisión total. Los donantes tendrán que ir una vez al año, indefinidamente.