A 70 kilómetros de las caipiriñas, de las microtangas sobre la arena color nieve de Ipanema o Copacabana, y de toda la agitación de una urbe que trata de seguir la vanguardia del siglo XXI, reposa uno de los puntos más apacibles del estado de Río de Janeiro: Petrópolis, la Ciudad Imperial, un valle en medio de las montañas de la Serra dos Órgãos.