Master Chef es un reality que comenzó en 1990 en Reino Unido producido por Franc Roddam, pero si pensamos en Master Chef quien nos viene a la mente es Gordon Ramsey, que fue quien lo popularizó por sus críticas exigentes y sin pelos en la lengua. Hoy, el show se ha convertido en una popular franquicia con distintas versiones en distintos lugares alrededor de todo el mundo, habiendo Master Chef Australia, Canadá, México, Colombia, en fin, en más de 145 países, hasta que aterrizó en nuestro país. 

Es obvio que Teleamazonas quería parte de ese éxito atrapando audiencias, y está clarito que lo logró, tanto por los comentarios en las redes como por los views de sus episodios resumidos disponibles en su canal de YouTube. 

¿Pero cuánto de esto es mérito original de nuestros productores y cuanto es simplemente calentar una fórmula que funciona y dársela a un público con hambre de verse a sí mismo competir y cocinar? 

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Empezamos mal, con una intro genérica estilo Master Chef Colombia pero hecho de forma desprolija y como para cumplir. La edición carece de falla particular o gracia adicional a las otras expresiones de la franquicia. La dirección de arte del set es digna para los estándares del logo caliente y la música también desempeña su función. 

Respecto a la variedad en las mecánicas de los concursos, he visto más en los nueve primeros episodios de Master Chef estadounidense que en los que llevamos hasta ahora del nuestro, aunque les pasamos ya por más del doble. Esto puede ser en parte porque al igual que la primera temporada de Master Chef Colombia, nosotros tenemos pronosticados sesenta episodios para llegar a nuestro ganador, cuando la mayoría de versiones más conocidas de esta franquicia tienen menos de treinta y hasta menos de veinte. Sin embargo, esto igual significa que estamos repetitivos. 

Realmente si tuviese que destacar algo de la versión ecuatoriana es que somos mucho más buena gente. ¡En serio! Los concursantes tienen mucha más piola para cometer errores, y pasar del “cuidadito te vas”, “de verdad que cuidadito” al “oye, ya pues, mira que fijo la próxima ahora sí que alguien se va”. 

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Mientras en otros Master Chefs salen como bajito una persona cada dos programas, nosotros podemos pasar hasta tres en donde no se ha ido nadie, y cuando se van, hacemos más show que lo que hacen en otras versiones. Pero las buenas intenciones continúan.

En nuestro set, el balcón que se utiliza para que los cocineros fuera de riesgo vean a los otros sufrir su posible eliminación, se permite con más frecuencia que en otras versiones, el lanzamiento de consejos a los que siguen concursando. La actriz Érika Vélez cumple su papel y le añade belleza al elenco con su debut como host de realities. 

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Respecto a los jueces principales, por su paladar no los podemos juzgar, pero Enrique ‘Quique’ Sempere y Jorge Rausch saben jugar con las emociones y tensiones del “desafortunadamente sí te quedas” de la que estos shows se alimentan.

A ellos se une Carolina Sánchez, la chef ecuatoriana ganadora de una estrella Michelin. Hablando de estos jueces en particular, Sempere dice que lo que quiere son cocineros que busquen aprender; mientras Rausch menciona que una de las cualidades que buscan en los concursantes es que sean buenos seres humanos. Entre tantos episodios sin eliminaciones para siempre aprender y los ángeles guardianes de los balcones, ambos jueces parecen haber obtenido lo que buscaban del formato. 

Yo, sin embargo, no puedo decir lo mismo. Para mí, si el concurso va a tener las eternas segundas oportunidades, también se necesita despertar el lado tóxico y machetero de los participantes para echarle carbón a la competencia. Si todos en la audiencia fuésemos tan buenitos no habría tanto meme del Joker compartido en las redes. Por lo menos deberían usar las mecánicas más crueles de la franquicia más seguido, o no dejar ninguna en la percha. 

Teleamazonas logró armar un producto ecuatoriano con el sello humeante de Master Chef. Ojalá que si hay otra temporada se atrevan a un poco más. (O)

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