Cuando Katherine relata sus vivencias diarias en la mesa de desayuno se ríe por lo absurdo que parece todo. En realidad, todo podría ser pacífico, dice. Pero su hija mayor, de 8 años, quiere desesperadamente beber de la taza azul que ahora tiene su hermano, de 5. Así se desata la primera pelea del día. Y la situación no mejorará a lo largo del día. “Se trata de todo lo que les parece injusto”, comenta.