Bajando por un paisaje bucólico a las orillas del río Yanuncay, a las puertas de la antigua planta eléctrica, se escuchan los sonidos de la Amazonía. Las ventanas cubiertas por tablas de madera otorgan una luz propia de las sombras selváticas caer sobre las máquinas hidráulicas. Sobre estas yace, imponente, Grabador fantasma , de Adrián Balseca (Quito, 1989).