Durante la Semana Santa, el mundo católico recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús. En Ecuador, antes de la pandemia de COVID-19, se desarrollaban procesiones y misas con la presencia de miles de feligreses que se congregaban para agradecer y orar.
La conmemoración de la Semana Mayor se inicia el Domingo de Ramos y finaliza en Domingo de Resurrección. Y aunque en ese lapso se realizaban eventos religiosos, hay costumbres que se han perdido o desaparecido con el paso de los años.
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Para el investigador histórico Fernando Mancero, no existen cambios en los ritos tradicionales de la Semana Santa, pero sí la forma en que la feligresía conmemora estas fechas.
La bendición de los ramos, tradicionalmente elaborados con palma de cera, es el acto que se desarrolla durante el domingo que da inicio a la Semana Santa. Aunque esta costumbre se mantiene, su forma ha cambiado.
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Por la preservación de la palma de cera, que está en peligro de extinción en el Ecuador, autoridades solicitaron a los feligreses que elaboraran ramos con otras plantas, como laurel, trigo, paja, totora. Esta medida se aplica en el país desde hace varios años.
Mancero explicó que una de las costumbres marcadas en Viernes Santo era el vestir ropa de color negro, como señal de duelo, sobre todo si asistían a misas o procesiones, para recordar la muerte de Jesús. “Las personas se vestían de luto... era como que había fallecido un familiar muy cercano”, refirió Mancero.
En el libro Guayaquil nostálgico, el cronista Germán Arteta señala que, en antaño, era tradicional que los católicos estrenaran ropa nueva en Domingo de Resurrección.
Mancero agregó que también en Viernes Santo las radios se comprometían con la feligresía y en señal de duelo pasaban únicamente música sacra y clásica.
Asimismo, los padres pedían a sus hijos que tomaran ese día como un tiempo para reflexionar. No había fiestas ni música festiva. Por el contrario, en las últimas décadas y al ser feriado entre Viernes y Domingo Santo, las familias ecuatorianas acudían a diversos balnearios u otras regiones del país.
Otra de las costumbres de antaño era la de no meterse al mar en Viernes Santo. “Parecía algo indecoroso para un momento tan triste (recordación de la muerte de Jesús), pero la amenaza folclórica, la leyenda decía que si uno se bañaba, se convertía en pez”, contó el investigador.
Las representaciones de la pasión de Cristo eran fuente de entretenimiento durante la Semana Santa para las familias ecuatorianas. Según la publicación de Arteta, compañías locales e internacionales presentaban obras sobre esta temática religiosa.
En radios como Ortiz, América, El Mundo o CRE se emitían programas de radioteatro que dramatizaban pasajes sobre la vida, pasión y muerte de Jesús. Las películas Ben-Hur, Los diez mandamientos, Barrabás y Espartaco eran transmitidas por los cines Presidente, Apolo, Quito, entre otros, que desaparecieron hace décadas
Dentro del tiempo de Cuaresma, que se inicia el Miércoles de Ceniza, la Iglesia pide a los feligreses que guarden ayuno y abstinencia, evitando comer carnes rojas cada viernes. Ante eso, una de las costumbres que se mantienen en la actualidad es la preparación de la fanesca, platillo que combina una serie de granos y pescado salado o bacalao, y que según la tradición local, se prepara en honor a los doce apóstoles.
En Viernes Santo y antes de la pandemia de COVID-19, las familias se reunían luego de asistir a misas o procesiones para degustar este platillo. En algunos casos, citó Arteta, se compartía en comunidad o con vecinos, y su preparación se efectuaba en ollas o viandas.
No obstante, la tradición de no comer carnes rojas los viernes de Cuaresma también se ha ido desvaneciendo con los años.
En el 2020, la pandemia de COVID-19 cambió totalmente el ritmo de vida de los ecuatorianos. Por ello, las tradicionales procesiones, como la del Cristo del Consuelo, en el suroeste de Guayaquil, quedaron suspendidas para los feligreses. En el 2019, en este evento religioso se congregaron más de 500.000 personas.
Así también, la misa crismal, desarrollada en Jueves Santo, se celebró sin el tradicional lavado de pies, generalmente realizado por el arzobispo de Guayaquil.
Una vez finalizada la misa, los feligreses recorrían la ruta de las siete iglesias en la urbe porteña. En 2020 y 2021, por la pandemia, esta actividad no se realizó. (I)