Helena, de 64 años, salió del Guasmo sur hacia el sector de la iglesia San Agustín, en el centro de Guayaquil, para vender sus botellas de agua a $ 0,50 cada una.
Con ese trabajo de vendedora ambulante se gana entre $ 5 y $ 8 por día, dinero que sirve para su alimento y gastos de la casa que comparte con sus dos hijos adolescentes. Sin embargo, el clima frío de la urbe en las últimas semanas ha provocado que su clientela disminuya a tal punto que ya no le alcanza ni para el almuerzo con lo poco que gana.
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Es así que, al enterarse de la entrega de almuerzos en la Casa Rosada, inaugurada hace un mes en la Atarazana, decidió caminar del centro hasta a ese sitio, en donde se entregan 300 almuerzos saludables diarios como ayuda para quienes están en situaciones de vulnerabilidad.
Allí, Helena se topó con Marlene, quien tiene a su hija hospitalizada en el hospital Roberto Gilbert. Ellas llegaron desde el cantón Pedro Carbo.
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“Nosotros no somos de aquí. Nos dijeron que había esta ayuda cerca y venimos. Nos ahorramos ese dinero para los gastos del viaje. Asimismo hemos venido otras veces para tratamientos y se nos hacía complicado el dinero para el transporte, dinero para la alimentación, algún otro gasto”, comentó la mujer.
A ellas les entregaron su almuerzo, que consistió en una sopa de pollo y, de segundo plato, arroz con pollo, ambos servidos en unas tarrinas, así como una botella con jugo de naranja.
Ese almuerzo es entregado a ciudadanos que llegan de los servicios municipales para personas con discapacidad del centro Valientes, que está en esa misma ciudadela; también llegan enfermos que acuden de diversas partes de la ciudad, vendedores ambulantes, guardianes de carros, entre otros.
Hernán Santos, administrador de la Casa Rosada, comentó que el programa se inició con 200 almuerzos diarios; pero, debido a la demanda, se fijó la cifra en 300 almuerzos individuales, con menús sanos, ya que en su mayoría son adultos mayores y personas con alguna enfermedad o discapacidad, además de niños.
Él comentó que las personas realizan una fila en la entrada. Se les toman los datos, como nombre, sector y otra información para llevar el registro diario. Y luego ingresan a servirse su comida en el comedor comunitario, habilitado para unas 350 personas.
“Todo se da en tarrinas, botellas desechables. Ya luego vienen las camionetas o camiones de Urvaseo y se llevan los desperdicios”, explicó Santos.
La alcaldesa Cynthia Viteri explicó que son un total de 1.500 almuerzos por semana, de lunes a viernes, para las personas con vulnerabilidad.
“Hay un nivel de hambre y pobreza grande. A la Casa Rosada van personas con discapacidad, ciudadanos de distintos sectores, madres con sus hijos que están debajo de los puentes”, comentó Viteri.
A más de este servicio de alimentación también llegan decenas de ciudadanos para recibir atención médica en este edificio pintado totalmente de rosado, que destaca en la avenida de la Democracia.
Por ejemplo, en este primer mes se atendió a 645 personas en el servicio de medicina general, 88 pacientes en psicología, 686 en terapia física, 288 en odontología, 732 turnos en consulta y cirugía veterinaria y más de 4.000 turnos para almuerzos desde el 14 de junio hasta el 8 de julio.
Santos comentó que las personas llegan desde muy temprano y que se les ofrece café y galletas, cuando hay donación. Y que ya se culminan los trabajos para habilitar dormitorios para las personas que tienen que acudir a los hospitales cercanos y requieren de un sitio de descanso.
“El fin es poder ofrecer un espacio de descanso para quien lo necesite. Hay espacio para que puedan pasar la noche, tengan su comida. La prioridad son los familiares de pacientes de hospitales cercanos, como el Roberto Gilbert y Solca”, detalló. (I)