A las 05:00, mientras varios vecinos aún dormían, Cipriano Tigrero, de 53 años, acomodaba los recipientes de pintura sobre una silla. Luego tomó el pincel y con mucha delicadeza empezó a pintar en una pared a un niño junto a un venado, cerca de un árbol. Sin ningún modelo para guiarse, el hombre, emocionado, habla de su inspiración. “Es Tarifa, su naturaleza, este lugar acogedor que me ha recibido y se ha vuelto mi hogar”, manifiesta.