El suizo Roger Federer, quien casi a sus cuarenta años trata de regresar al más alto nivel después de una doble operación de la rodilla derecha en 2020, afronta su 19º Roland Garros -¿quizá su último?- sin mayores ambiciones deportivas que la puesta a punto de cara a Wimbledon.

“El objetivo no es Roland Garros, es la temporada sobre hierba” y Wimbledon, repite el suizo, ganador de 20 títulos de Grand Slam -al que Rafa Nadal tratará de superar al término de la quincena parisina-, desde su derrota inicial en Ginebra ante Pablo Andújar hace menos de dos semanas.

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Ese era solo su tercer partido del año, y el primero sobre tierra batida, luego de una victoria (contra Evans) y una derrota (contra Basilashvili) en Doha a comienzos de marzo en su regreso luego de más de un año de ausencia. Su tercer partido en cerca de 16 meses.

En Grand Slam no se le ha visto desde su semifinal perdida en el Abierto de Australia 2020 ante Novak Djokovic.

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“Soy realista en que sé que no ganaré Roland Garros. Quienquiera que piense que ganaré está equivocado”, sentenció el suizo, semifinalista en París en 2019.

“Quizá hayan ocurrido cosas más locas, pero no creo que en los quince últimos años alguien que regresa con 40 años y luego de más de un año sin jugar haya ganado todo”, lanzó.

Temporada de hierba

“Todo está hecho y pensado para la temporada de hierba, y lo que resta de temporada. Lo dije varias veces; para mí la temporada comienza de verdad sobre hierba”.

Federer ha mostrado un perfil discreto desde su llegada a París la temporada pasada. No ha dado ninguna conferencia de prensa. Y apenas un puñado de curiosos le han visto en sus primeros entrenamientos en la pista central, dos horas con la revelación rusa Aslan Karatsev el jueves, y otro tanto con el belga David Goffin el viernes.

El sorteo deparó que estuviese en la misma parte del cuadro que sus dos grandes rivales, Nadal y Djokovic. Si todo va bien para el helvético, podría verse las caras con el N.1 del mundo en cuartos de final.

Pero para el suizo, que debutará el lunes ante el uzbeco Denis Istomin (203º y procedente de las previas), el objetivo pasa por reencontrar el ritmo de partidos y los automatismos.

“Uno vuelve a habituarse a lo que es estar en el circuito y es así como se vuelve a comenzar a tomar las mejores decisiones, y como habrá más posibilidades de que los pequeños errores no ocurran”, explicaba en Ginebra.

‘Aún hay tiempo’

“Por supuesto, para mí es difícil porque la gente espera mucho de mí, yo mismo tengo expectativas elevadas (...) Pero eso forma parte del proceso por el que debo pasar y por eso no puedo ser muy duro conmigo mismo”, prosiguió Federer, quien se quedó a entrenar dos días con Gaël Monfils.

¿Cómo lo encontró el jugador francés?

“En dos días vi que él había elevado mucho su nivel de juego, que había ganado muchísimo ritmo. Vi la diferencia en sus desplazamientos, en la calidad de su golpeo”, señaló Monfils.

“Creo que llegará en forma. Si viene aquí, es que se siente bien para haber algo muy bueno”, añadió. “Yo estoy tan impaciente como ustedes por ver cómo lo va a gestionar”.

“Aún tengo tiempo”, afirmaba Federer desde la ciudad suiza, con la mente puesta en sus objetivos estivales. Wimbledon comenzará en un mes. Los Juegos Olímpicos de Tokio -solo el oro olímpico falta en su palmarés- en dos. (D)