La final de Wimbledon nos dejó muchas imágenes para la historia. La victoria de Carlos Alcaraz supuso dar un golpe encima de la mesa para confirmar que el murciano es un jugador llamado para dominar al resto de tenistas. Sin embargo, no fue la única imagen que nos dejó la final y eso que ver a Novak Djokovic dejarse llevar por las pasiones y no sabiendo gestionar su frustración no es cosa del partido del domingo.