El 29 de abril de 1971 era noche cerrada en el estadio Jorge Luis Hirschi de La Plata. Todavía con moratones y magulladuras en las piernas recibidas dos semanas antes en su estadio contra los mismos integrantes de Estudiantes de la Plata, los jugadores del Barcelona Sporting Club de Guayaquil saltaron al campo con una mezcla de temor y esperanza a partes desiguales según cada uno. Algunos optaron por encomendarse a Dios sin mucha convicción, pero sabiendo que quizás el Altísimo intercedería por ellos durante los 90 minutos que duraría la batalla al tener en sus filas a un representante de su Iglesia en la Tierra, publica Mundo Deportivo.