Después de Juan Pablo II y Francisco, con sus respectivas visitas papales en 1985 y 2015, Juan Manuel Basurko Ulacia debe ser el sacerdote católico que más alborozo y felicidad ha provocado en Ecuador. El cura vasco lo logró en 1971 por una vía poco convencional: vestido de corto, desde una cancha de fútbol, y como autor en La Plata de un gol de eterna recordación.