La crónica estaba escrita de antemano. Aunque la carambola que el Manchester United necesitaba se encontraba lejos del raíl de lo imposible, la clasificación a los octavos de final se antojaba como un milagro. Pero el equipo de Old Trafford es poco religioso y poco dado a la sorpresa. Solo los más optimistas esperaban un triunfo después del desperdicio que fueron sus partidos en Copenhague y en Estambul en las dos jornadas previas.