No hay ninguna excusa para el Atlético de Madrid, que cada vez que sale de casa en la Liga de Campeones, salvo contadas excepciones, es un equipo menor, vulnerable, sobrepasado y acomplejado, como también lo fue este miércoles en su visita al Benfica, que lo zarandeó y devoró con el simple hecho de aprovechar los errores contrarios y contra el que ni siquiera exigió una parada de Trubin (4-0).