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Alberto Spencer: 50 años de su despedida de Peñarol y de la llegada a Barcelona Sporting Club. ¡Terremoto en Uruguay y Ecuador!

El 2 de febrero de 1971 'Cabeza Mágica' jugó por última vez en el club carbonero. Luego de 26 días de su adiós de ese equipo, el astro debutó como canario.

Alberto Spencer, eternizado no solo en el museo de Peñarol, en Montevideo, sino en la memoria de los hinchas carboneros y ecuatorianos. Foto: EFE

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Durante 3.983 días, contados desde su estreno hasta su último partido, Alberto Spencer fue dueño, símbolo, motor y alma de Peñarol, equipo al que con goles que todavía se gritan encumbró como uno de los mejores de todas las épocas. El genial ecuatoriano fue todo eso porque en 1960 arribó “como un predestinado” para liderar, en el club aurinegro de Montevideo, “todo un cambio de rumbo: del fútbol de comarca se pasó al fútbol mundial”, sentenció el periodista uruguayo Ricardo Lombardo en 1969.

Una década de hazañas protagonizadas por este superhéroe de carne y hueso ligó para la eternidad su nombre con el de una escuadra que es suya. Le pertenece porque para distinguir la era de mayor gloria y universalidad carbonera están las siete letras de su mítico apellido: el Peñarol de Spencer. Tan suyo como el legendario Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, la Hungría de Ferenc Puskas, el asombroso Santos de Pelé, o el revolucionario Ajax de Johan Cruyff.

En febrero de 1971 concluyó en Peñarol el tiempo de Spencer como el Hombre del gol importante (bautizado así “porque más que el cuarto o el quinto de una goleada, él marcaba los decisivos para levantar trofeos”, explicó diario El País, de Uruguay). Y aquello ocurrió porque así lo decidió él. En ese mismo mes del año citado el hijo más ilustre de Ancón comenzó un breve pero esplendoroso ciclo en Barcelona SC, como hermoso prefacio de su adiós definitivo de las canchas.

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Quienes asistieron al estadio Centenario, el 2 de febrero de 1971, para ver el encuentro entre Peñarol y Vélez Sarsfield, por la V Copa Montevideo —hexagonal amistoso—, no sospechaban que ese duelo fijaría un antes y un después para el balompié charrúa. Roque Máspoli mandó a la cancha a Walter Corbo; Mario González, Elías Figueroa, Roberto Matosas, Omar Caetano; Alfredo Lamas, Milton Viera; Nilo Acuña (Julio César Cortés) (Mitcovich), Ermindo Onega, Spencer, Ilija Petkovic. Con goles de Alberto Ríos y Carlos Bianchi ganaron 2-1 los de Buenos Aires. Por los anfitriones descontó el argentino Onega.

La última vez

Mientras en las gradas los aficionados le daban la espalda al campo de juego en busca de las rutas de salida, y en el terreno algunos futbolistas le hacían reclamos al árbitro, Spencer caminaba despacio rumbo al túnel. Iba con una decisión tomada, irreversible. Había jugado por última ocasión como atacante de Peñarol.

Para cuando los mirasoles se coronaron en la Copa Montevideo, el 7 de febrero de 1971 en el clásico contra Nacional, el ariete ecuatoriano tenía 72 horas desvinculado de la entidad en la que fue crucial en la conquista de ocho títulos uruguayos, tres de la Libertadores y de dos galardones del mundo.

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EL UNIVERSO anuncia el 5 de febrero de 1971 que Alberto Spencer se marchó de Peñarol. Foto: Archivo

Por 10 años, 10 meses y 25 días —desde su debut con tres goles en una paliza 6-3 sobre el cuadro bonaerense Atlanta, el 8 de marzo de 1960, hasta 1971— “el curso de la historia aurinegra y del fútbol uruguayo se vio gobernado por los cabezazos espectaculares descargados como un rayo desde alturas insólitas, y los piques acalambrantes y fantasmagóricos saliendo de cualquier parte y encontrándose en segundos con la pelota que realizara Spencer”, subrayó en 1982 El Libro de Oro de Peñarol.

La tarde del nublado jueves 4 de febrero de 1971 la sede de Peñarol fue invadida “por la prensa radial, escrita y televisiva” tras una citación de la dirigencia “para ratificar la noticia (la marcha de Spencer), entonces no confirmada, que fue un impacto en Montevideo, en el Uruguay y que las agencias se encargaron de darla a conocer rápidamente en todas partes del mundo”, relató el periódico Acción en su crónica del acerca del adiós de Alberto Spencer.

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‘Estupefacción’, ‘tristeza’, ‘lágrimas’

El mismo rotativo se refirió a muestras de “estupefacción” y “tristeza” cuando el presidente “Gastón Guelfi confirmó que ‘Spencer se va de Peñarol. De común acuerdo Peñarol lo deja libre’. La noticia fue como una ráfaga que barrió con todos los sentimientos a favor y en contra, de acuerdo a la divisa, pero en el corazón del hincha mirasol la noticia fue como un latigazo. Hay quienes la recibieron con lágrimas”.

Alberto Spencer junto a Gastón Guelfi (c), presidente de Peñarol, en la rueda de prensa en la que se anunció la marcha del delantero. Foto: Archivo

Se agregó que Guelfi, “reponiéndose de la misma emoción que había en la sala de sesiones”, trató de explicar “lo que no habría deseado”. Inició con voz entrecortada: “Tras analizar el Consejo las condiciones de un jugador extranjero sobre quien se ponderaban virtudes, hace once años fui a buscar a Guayaquil a Spencer para que defendiera a Peñarol. Superó todos los cálculos de quienes lo recomendaron porque a lo largo de este glorioso ciclo llenó páginas enteras de Peñarol”.

Ya más sereno el directivo fue al grano: “Con mucho dolor debemos despedirlo. Inútiles han sido nuestros esfuerzos para disuadirlo de su determinación de dejar a Peñarol, considerando él que su ciclo ha terminado. Hace días le hicimos las mejores propuestas sin resultados positivos. Vino con avasallante alegría y se retira de la misma manera. Debemos despedirlo con alegría, como debe despedirse a un triunfador. Pero claro está, la despedida debe tener el reconocimiento para quien, como Alberto Spencer, se aleja llevándose un girón de gloria”.

Las razones del adiós

Mientras “numerosos aficionados” seguían llegando a la sede peñarolense “para conocer detalles de este episodio”, porque “la noticia circuló rápidamente por Montevideo”, le tocó a Spencer el turno de hablar.

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“Respondió con brevedad, con eso muy suyo, de decir todo sin necesidad de amontonar palabras”, describió El País. Las agencias noticiosas UPI y AFP reprodujeron las expresiones de Cabeza Mágica.

Durante 3.983 días Alberto Spencer militó por Peñarol. Foto: Archivo

“Primero se levantó para saludar a los cronistas. Después tomó asiento. Dejó su amplia sonrisa para decir con gravedad: “Quisieron convencerme de que me quedara, pero creo que sinceramente ya no puedo ser solución para Peñarol. Y en consecuencia, por el respeto y cariño que le tengo al club, decidí marcharme. Quiero que todos tengan la imagen de lo que signifiqué”, declaró el romperredes, entonces de 33 años.

Y con la gallardía y caballerosidad que lo distinguieron, tanto como su mortífera capacidad goleadora, Spencer remató: “He cumplido mi ciclo en el club. Ha llegado el momento de que Peñarol remoce sus líneas dándole oportunidad a nuevos valores que defiendan a este querido equipo que jamás olvidaré. Con dolor me retiro de su seno. Demás está decir mi agradecimiento a estos dirigentes, a esta hinchada tan cordial y entusiasta, y a la prensa, a quienes tanto debo. Por todos se conoció mi nombre y por todos se conoció mejor a Ecuador lo que, reitero, agradezco profundamente”.

No obstante la versión oficial que la popular institución charrúa proporcionó sobre la salida de Mr. Gol, los periodistas dudaron, pusieron reparos. Tácitamente responsabilizaron a los directivos de la marcha del artillero. La prensa cuestionó a los dirigentes aurinegros.

“Quizás todo esto sea parte de la verdad, pero no toda la verdad. Porque a esto se ha llegado, también, y quizás como aspecto fundamental, por la deuda millonaria que Peñarol mantenía con el jugador. Deuda que Peñarol oculta, que Spencer, por esa adhesión que a pesar del profesionalismo nace en el hombre que juega tantos años por un club, no menciona. Quizás pudo continuar unos años más”, se lamentó.

Sin embargo, a pesar de los dardos lanzados con Guelfi y su directorio, se resaltó en los medios de comunicación de Uruguay que “en mérito a lo que Spencer ha hecho por el club se resolvió dejarlo en libertad para que él mismo negocie su pase, porque Peñarol no buscará ganar dinero con quien le dio tantas glorias”.

EL UNIVERSO confirma el fichaje de Alberto Spencer para jugar en Barcelona. Foto: EFE

Spencer era libre y dueño de sus derechos deportivos. ¿Dónde continuaría espantando a guardametas?. En Montevideo se creía que “Palmeiras contaría con grandes posibilidades de obtener su concurso”. En Quito, el 11 de febrero de 1971, se supo de “negociaciones iniciadas hace una semana” por El Nacional, “que aspira” a que “Spencer milite en sus filas. La revelación se hará mañana”, se leía en una nota de EL UNIVERSO.

Bombazo canario

Este Diario publicó el 12 de febrero de 1971 una noticia en la que se daban detalles del viaje de Cabeza Mágica a Brasil para conversar con gente del Santos FC. Pero inesperadamente la balanza se inclinó del lado de Barcelona SC, que tenía un as con lo que no contaban Palmeiras, Santos FC y El Nacional: Galo Roggiero, uno de los dirigentes más avispados en la historia del balompié de Ecuador.

El astuto directivo guayaquileño descartó el fichaje del crack (¿para despistar mientras ejecutaba maniobras encubiertas?) cuando mencionó que los amarillos no podían entrar “en la danza de tantos millones de dólares por Spencer”. El 16 de febrero de 1971 EL UNIVERSO recibió una pista y la anunció: “Barcelona estaría gestionando la contratación”. Telefónicamente, 24 horas después Roggiero convenció a Spencer.

“Un día lo llamé a Spencer. Me contestó, pero no me conocía, solo me presenté como directivo torero. Le consulté: ‘¿Te gustaría venir a Barcelona?’, me dijo: ‘Sí, me encantaría, fue mi vitrina para proyectarme, pero mañana me voy a Brasil’; allí le recordé esto: ninguno de los dos clubes que te pretenden están en Libertadores, Barcelona sí, y tú tienes 48 goles en la Copa y puedes aumentarlos si juegas acá. Con ese atractivo lo traje”, le contó Roggiero a EL UNIVERSO el 29 de abril del 2011.

Alberto Spencer, campeón nacional con Barcelona Sporting Club en 1971. Foto: Archivo

El 28 de febrero de 1971 Spencer debutó en Barcelona SC, que ese día cayó 1-0 ante Emelec por la fase de grupos de la Libertadores. En la edición de ese año, y también en la de 1972, la escuadra barcelonista avanzó hasta las semifinales de la Copa, con Spencer como prestigioso estandarte (fue uno de los héroes inmortales de lo que el diario La Razón, de Buenos Aires, calificó como la hazaña de La Plata: el triunfo de visita 1-0 sobre Estudiantes, con anotación del sacerdote español Juan Manuel Basurko, gracias un inteligente pase-gol de Spencer).

En ese mismo 1971 Spencer fue una pieza clave de un formidable plantel canario (un indiscutido Dream Team que incluía a Édison Saldivia, Miguel Ángel Coronel, Jorge Bolaños, Washington Chanfle Muñoz, Nelsinho, Pepe Paes, entre otros brillantes actores estelares), con el que Cabeza Mágica dio su única vuelta olímpica en el torneo ecuatoriano.

Y para confirmar que su sed goleadora era insaciable y que seguía vigente como despiadado definidor, “el puma agazapado” que “aplicaba el feroz zarpazo” -de acuerdo al certero retrato que hizo el periodista uruguayo Atilio Garrido de los movimientos felinos que Spencer hacía en el área rival- fue con 13 anotaciones el goleador de ese Barcelona SC campeón nacional.

A saber

  • ¿Pudo jugar en Emelec?. Alberto Spencer solo se puso la camiseta eléctrica como refuerzo para juegos internacionales amistosos, antes de unirse a Peñarol. Cuando el atacante dejó el cuadro uruguayo este Diario le consultó, en 1971, al directivo azul Alejandro Ponce Noboa si había chance de ficharlo. Respondió que le gustaría “ver una delantera de Emelec comandada por Spencer”, que “sería un lujo”, pero “la falta de recursos económicos priva a Emelec de tener esta grata satisfacción”. Entre 1975 y 1976 Spencer fue DT millonario.
  • Habría sido compañero de Pelé. Cuando Cabeza Mágica aún no tenía equipo EL UNIVERSO publicó una noticia, el 12 de febrero de 1971, titulada ‘Spencer formaría junto al Rey Pelé’. En ella se recogía información de agencias internacionales sobre el viaje del ecuatoriano a Brasil, “a fin de concretar su incorporación al Santos FC o Palmeiras”. “El día que Spencer se desvinculó de Peñarol, el delantero estudiaba una propuesta por $ 40.000 de Brasil”, añadía la nota. Lo cierto es que el ecuatoriano no arregló con Santos FC, donde se habría juntado con Pelé.
  • Telegrama a Spencer. Cuando Galo Roggiero convenció al ariete ecuatoriano de jugar en Barcelona SC vía telegrama le informó así de los detalles de su viaje a Guayaquil: “Ratificamos lo convenido telefónicamente. Agredecemósle deferencia especial nuestro club. Afición espera ansiosa tu retorno al fútbol ecuatoriano. Esperásmote fin de semana vuelo 80 Braniff”. Barcelona SC inscribió a Spencer con el número 10 en la Copa Libertadores de 1971.
  • Galo Roggiero tuvo razón. Con Barcelona SC Spencer aumentó su cuenta anotadora en la Copa Libertadores, con media docena de goles (48 fueron con Peñarol). Marcó por última vez en el torneo continental el miércoles 22 de marzo de 1972, en el estadio Modelo. La víctima fue el arquero paraguayo Ramón Zaya Mora, que atajaba para el Chaco Petrolero, de Bolivia.
  • El gol número 54. El último tanto copero del Hombre del gol importante se produjo en un partido correspondiente al grupo III de la Libertadores. “Con una magistral acción Spencer abrió la ruta del triunfo”, refirió EL UNIVERSO de la espectacular zambullida del ariete, que de cabeza hizo para Barcelona SC un golazo a los 15 minutos. “Levantó de sus asientos” a los emocionados 32.000 espectadores, que seguramente no tenían certeza de la magnitud del hecho histórico que atestiguaron. Spencer es el mayor goleador de la Libertadores. (D)

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