La doble fecha de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2026, durante este mes de septiembre, coincidió con la exhibición de las credenciales del nuevo cuerpo de la selección de Ecuador, liderado por el estratega argentino Sebastián Beccacece.
Desde la presentación del DT pudimos constatar su afán de demostrar que tiene una política de acercamiento con los actores directos del fútbol ecuatoriano; me refiero a dirigentes, entrenadores y jugadores de los clubes que participan en la Liga Pro. También se supo que mantuvo reuniones –públicas y otras con carácter reservado con la prensa deportiva del país– con la finalidad de explicar su planificación con la Tri. Pero además, sin decirlo directamente, enfatizó que su estilo y pensamiento futbolístico es muy diferente al de su antecesor, el español Félix Sánchez Bas.
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En una de las reuniones privadas realizadas en Guayaquil con la prensa porteña se le hizo saber que uno de los temas más sensibles, y que ha provocado reiteradas disconformidades en la opinión pública, tiene que ver con convocatorias a la Selección. Se conjetura que existen intereses subrepticios; que, pese a ser una teoría no comprobada en los hechos, son tantas las coincidencias que se creen ciertos.
Ante esta inquietud, Beccacece reaccionó preocupado. Con elocuente tono de autoridad ripostó que él no permitiría aquello y que ante cualquier insinuación al respecto preferiría renunciar. Ceder no tan solo debilitaría su autoridad, sino que jugaría con criterios que no son de su exclusiva responsabilidad. Además de ser la contestación adecuada, hubo frescura y el respeto que merecía tan importante coloquio.
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Los días pasaron y con los choques de visita contra Brasil y en Quito ante Perú a la vuelta de la esquina, Beccacece hizo público su primer llamado, que no estuvo exento de críticas. La afición y la prensa deportiva se sorprendieron por la ausencia del portero Alexander Domínguez. No hubo explicación sobre la permanente marginación del arquero titular de Emelec, Pedro Ortiz, pero sí convocó al suplente azul Gilmar Napa, que no tapa nunca.
Sobre el marcador derecho, solo citó a Ángelo Preciado, quien estuvo suspendido ante Brasil, por eso improvisó con Alan Franco para cubrir ese puesto y, por ende, marginó a José Quintero, que cumple una gran actuación en Liga de Quito. También asombró que como centrodelantero convocó solo a Enner Valencia y no tomó en cuenta a otros arietes con méritos suficientes, como Miguel Parrales, Ronie Carrillo y Leonardo Campana. Beccacece compareció ante la prensa para dar sus razonamientos; pero, en honor a la verdad, sus explicaciones no fueron para nada esclarecedoras.
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Hasta que llegó el viernes 6 de septiembre. La selección de Beccacece tuvo su primer examen oficial. Fue en el estadio Couto Pereira, de Curitiba, ante Brasil. Quienes no vieron el partido y se enteraron de que Ecuador perdió por 1-0 pueden creer que, pese al resultado adverso, la tarea de la Tricolor pudo ser aceptable. Para quienes nos toca analizar el rendimiento de nuestra selección, la actuación nacional fue mediocre y generó dudas.
Otra vez el escepticismo se adueñó del escenario. Hubo pocas cosas destacadas, como haber recuperado la línea de tres con Félix Torres, Willian Pacho y Piero Hincapié. Individualmente tienen recursos para utilizar los espacios para ese formato y en conjunto se complementan eficientemente. Si defensivamente son muy buenos, también tienen criterio para ordenar el inicio de la gestión ofensiva. En el juego aéreo y ofensivo siempre son una garantía. Con su retorno, Pervis Estupiñán demostró que está en proceso de recuperación, pero pronto será importante. Sobre Preciado, está comprobado que su techo futbolístico tiene un límite y que termina siendo insuficiente. La gran participación de Allan Franco atenuó ese déficit.
En ciertos momentos del segundo tiempo, Ecuador mostró algún ordenamiento territorial en lo colectivo. Pero eso fue insuficiente y limitado, porque ofensivamente fue inocuo. No hay criterio de organización y tampoco jugadores con gol. Ecuador en ataque jugó con los ojos vendados, intentando a palazos romper la piñata.
En fin, contra Brasil se perdió la gran oportunidad de modificar las estadísticas que indican que de visita en eliminatorias jugó allá siete partidos y los perdió todos. La Tri se enfrentó a un rival que impresiona por su historia, tradición y fama ganada a través de los años. Hoy, el recordado Scratch del jogo bonito es un equipo común y corriente, previsible y apático. Y aun así, Ecuador volvió a perder.
El martes 10 de septiembre, Ecuador recibió a Perú en Quito. Creíamos que la Tri avasallaría a un adversario que llegó en horas bajas, como colista en la tabla de posiciones (siete partidos jugados sin haber triunfado en ninguno, con apenas dos goles a favor y diez en contra). El partido se ganó al aprovecharse una acción aislada que le permitió a Enner Valencia rencontrarse con el gol. Así, el delantero mitigó un cúmulo de críticas recibidas por su reciente falta de efectividad en la Selección.
Sobre el rendimiento de Ecuador contra los peruanos, el propio DT Beccacece confesó que futbolísticamente hay muchas cosas que mejorar, pero no detallo cuáles. Desde mi punto de vista, se refería a que la pareja Kendry Páez y Moisés Caicedo nunca se conectó en el medio campo. Si la tarea de ellos era crear opciones ofensivas, nada de eso se cumplió. El equipo no pudo mostrar un proceso fluido y coordinado de juego, sobre todo en el primer tiempo. En el segundo, Beccacece hizo modificaciones que mejoraron el ritmo de juego. Se sacó ventaja de que Perú se mostraba fundido físicamente y que ofensivamente no generaba ninguna opción.
Jorge Fossati, técnico de los peruanos, pagó caro ceñirse a un plan restrictivo con el que trató de sostener el resultado en cero, colgándose los once sureños del travesaño. El gol de Enner, al iniciarse la fase complementaria, desnudó a un combinado peruano que sigue hundiéndose en la tabla de posiciones. Ecuador intentó incrementar el marcador utilizando todos sus recursos, pero fue tal su ineficiencia que nuestra selección terminó con centros y pases largos. El resultado fue justo, pero sobre todo útil. Los 3 puntos nos ponen en un sitial privilegiado: 11 puntos, cuarto lugar, y en zona de clasificación directa.
Por ahora, Beccacece debe aprovechar el colchón de unidades que disminuyeron las críticas. Tiene que estar consciente de que existe la necesidad de mejorar sustancialmente el volumen futbolístico para la doble fecha que se jugará en octubre. Solo esporádicamente ofreció mejorías en los dos partidos analizados.
Ojalá que con el pasar de los días identifique lo útil. Así, no se basará en información estadística imposible de comparar y peor de comprobar, como cuando dijo que “el partido contra Brasil fue el más intenso de Ecuador en su historia”. Yo no agrego nada a este comentario en exceso inoportuno. En octubre tendrá dos duras pruebas: ante el renacido Paraguay, de Gustavo Alfaro; y el siempre difícil Uruguay, en Montevideo. Ojalá Beccacece comience a cumplir lo que ofreció. (O)