Hoy en día hay una tendencia periodística que dicta que la historia tiene espacio solo para los ganadores, los que se convierten en ídolos, a los que todos aplauden y admiran. Una postura equivocada, porque la historia también tiene un importante espacio para los perdedores; los esfuerzos, el sacrificio y el sueño postergado son una manera de exaltar el mérito del triunfador.