Cabalga cual Cid Campeador y, como cuenta la leyenda, aparece como todo un héroe humano, con un discurso que escuchamos todos quienes estábamos embebidos de orgullo la tarde y noche que asistimos masivamente al estadio el martes y también los que seguían por otros medios las incidencias finales del proceso eliminatorio. Fue como si todo hubiese sido preparado: el gol dramático de Enner, la vuelta olímpica, la celebración y el discurso con tonos y gestos seguramente ensayados ante un espejo. La intervención de Gustavo Alfaro fue oportuna, porque nadie más que él sabía que era el momento de que se produjera la resurrección de frases épicas, tratando de explicarnos: “Los jugadores fueron cazadores de utopías imposibles, porque nadie creía en Ecuador, y hoy está de pie y le dice presente al mundo”.