Nunca un mundial quedó tan identificado con un protagonista. Dejó de ser México ‘86 para convertirse en Maradona ‘86. Un Diego celestial entró de cabeza al olimpo del fútbol por aquel torneo y se situó al lado de Pelé en una ráfaga de genialidad. Años más tarde vendría Messi, pero esa es otra historia. Después de sus proezas ante Italia, Inglaterra y Bélgica, luego de recibir decenas de faltas de los coreanos y de su notable actuación frente a Uruguay, al 10 le quedaba una materia: Alemania. También la aprobó y se llevó el título que su talento y generosidad merecían.