Antonio Valencia decidió abandonar la carrera de futbolista. Tomar una decisión de ese calibre debió haberle consumido algún tiempo de reflexión. En ese vértice donde la voluntad choca contra la necesidad, cuando los deseos creados por el afán y la costumbre no dejan entender que es inútil persistir, también comprendió que su voluntad de continuar no podrá jamás contra el peso inexorable del tiempo. En su calidad de hombre público sabe que retirarse oportunamente requiere desprendimiento y respeto para consigo mismo y para los demás, para sus más afectos seguidores y también para aquellos que en algún momento, con todo derecho, fueron contradictores y que criticaron algunos de los pasajes de su vida.