Conseguir la clasificación a un Mundial es una tarea llena de vicisitudes de tracto sucesivo. Es un evento cíclico y episódico, en especial en América del Sur, por obvias razones históricas, pero sobre todo competitivas. Los procesos cognitivos, y también la confabulación que provoca lo empírico, han consolidado y también desquiciado a varias selecciones, entre ellas a las más encopetadas.