La querida revista Placar de febrero es un número de colección, de esos que se guardan por años a prueba de madres y esposas, ansiosas de barrer con todas estas cosas supuestamente inútiles que ocupan lugar en altillos y placares, pero que los futboleros amamos. En una meritoria producción, Placar -revista brasileña con sede en San Pablo- consultó a 170 periodistas, relatores y comentaristas del país del carnaval sobre el once ideal de todos los tiempos de Brasil. Tarea ímproba dada la impresionante cantidad de cracks que ha dado la patria del jogo bonito. Argentina es, seguramente, el primer exportador de futbolistas y entrenadores del mundo a través de toda la historia del fútbol, incluso procreó a tres genios que están en el pedestal supremo: Di Stéfano, Maradona y Messi. Pero Brasil ha dado docenas de fenómenos que encantaron a todos los públicos. Monstruos sagrados con un estilo ya desaparecido, pero que el fútbol jamás olvidará.

¡Fueron tantos…! Siempre ponemos un ejemplo de esa increíble abundancia: Marinho Chagas, el gigante rubio, un sensacional lateral izquierdo de Botafogo de los años 70. Si el partido en sí era un espectáculo, Marinho era “el” espectáculo. Araba toda la banda subiendo y bajando, gambeteando, tirando centros, entrando al área, haciendo goles, poseía una técnica magistral y un remate furibundo. Un jugador con una generosidad y un protagonismo escénico fabulosos. No obstante, puede que esté sexto o séptimo en la consideración general del puesto detrás de Roberto Carlos, Nilton Santos, Junior, Branco, Leonardo, incluso de Everaldo. En unos doscientos países, Marinho sería un prócer futbolístico, en la vastedad de talentos brasileños se pierde entre decenas de nombres ilustres.

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Al final de la compulsa, el once ganador quedó conformado así: Taffarel; Carlos Alberto, Aldair, Bellini y Nilton Santos; Didí, Falcão y Pelé; Garrincha, Ronaldo y Romário. Como técnico se escogió a Zagallo. Desde luego es una elección completamente irreprochable. Hay en el público un claro favoritismo por aquellos que fueron campeones del mundo, lo cual sí es discutible; muchas veces un correcto o incluso discreto futbolista integra un plantel campeón y en contrapartida una superestrella (caso Zico) que redondeó una trayectoria singular; sin embargo, no pudo coronarla con un Mundial. La excepción en este caso es Falcão, que sufrió los mismos infortunios que Zico, Junior, Sócrates y todos los colosales integrantes de aquel Brasil de Telé Santana de 1982 y 1986. No obstante, el bagaje de Falcão era tan excepcional que está por encima de cualquier título: técnicamente perfecto, igual de elegante o más que Beckenbauer, un 5 lleno de fútbol que armaba juego y llegaba seguido al gol. Casi la misma descripción vale para Aldair, zaguero de superclase. Si Aldair hubiese formado dupla con Luis Pereira en el fondo, el público en lugar de admirar a los delanteros se hubiese extasiado solo con los defensas. Eran demasiado cracks. Los demás no necesitan explicación, salvo Bellini, un defensa fuerte, sobrio y seguro, capitán en Suecia 1958.

En caso de votar este cronista hubiese colocado a Zico por Didí y a Ronaldinho por Romário. Zico fue un jugador fantástico, completo, armador, hábil gambeteador, extraordinario en la pared corta, goleador notable, rematador casi infalible de penales y tiros libres. Observamos que muchas veces no es debidamente valorado. Del otro lado, aún considerando que Romário fue una eminencia en el área y un definidor tal vez inigualable en todo el fútbol mundial, Ronaldinho también garantizaba gol y le aunaba fantasía, creatividad, desequilibrio y elaboración de las jugadas. Un malabarista que encantaba a todos los públicos, aunque tuvo una carrera corta en el máximo nivel, vale reconocerlo. No hemos visto a Nilton Santos, pero en nuestro parecer Roberto Carlos debía ser titularísimo en el equipo A.

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En lo que llamaríamos el Brasil B de todas las épocas, los cronistas se decantaron por Gilmar; Cafú, Domingos Da Guia, Mauro y Roberto Carlos; Sócrates, Gerson y Rivaldo; Ronaldinho, Zico y Rivelino. Y a Telé Santana como entrenador, que para nosotros debió ser el DT del conjunto principal. Lo mismo vale para Gerson, un 8 zurdo al que le sobraba fútbol, personalidad, conducción y liderazgo. Lo dice Tostão en su libro: En México 70, el líder era Gerson”. En ese ramillete de talentos había que darle todos los balones a él, que determinaba cómo y por dónde debía fluir el juego.

Ya para el C quedaron Dida; Djalma Santos, Óscar, Luis Pereira y Júnior; Dunga, Zito y Clodoaldo; Zizinho, Tostão y Leônidas. Entrenador, Carlos Alberto Parreira.

Indudablemente se ha buscado mezclar las épocas (Domingos da Guia y Leónidas son de los años 30 y 40). Otra comprobación es que Brasil no ha sido una tierra de superarqueros. Está primero Taffarel por su eficiencia y regularidad, aunque no fue un arquero que despertara admiración. Dida era un peligro jugando con los pies; y a Gilmar no lo vimos como para ponderarlo. Una gran curiosidad es que en ninguno de los tres equipos esté Neymar, para Tostão “el segundo mejor jugador de la historia de Brasil después de Pelé”. Y Tostão algo vio. Está claro que Ney es un sujeto no querido en su país. En los foros y en las redes sociales los comentarios en su contra son mayoría abrumadora. Aunque ello debe responder a sus actitudes, no a su calidad, que es innegable. Otra perla es que en ninguna de las tres formaciones figure Dani Alves, quien en la cuestión técnica es claramente superior a Cafú, Carlos Alberto o Djalma Santos. Un futbolista capaz de dominar un partido desde el lateral derecho.

¿Nuestro Brasil ideal…? Julio César; Dani Alves, Aldair, Luis Pereira y Roberto Carlos; Zico, Gerson, Falcão y Ronaldinho; Pelé y Ronaldo. Nada de comisarios ni picapiedras, derroche de fútbol en los diez puestos de campo. (O)