Puede ser considerada como una coincidencia llamativa pero ocurrida cuatro veces, y con riesgo de que la cifra aumente a cinco, también podría comenzar a ser denominada, en términos futboleros, como ‘maldición’. Y es que cada vez que los canarios clasificaron a semifinales de la Copa Libertadores de América, bajo el formato vigente desde 1988 (uno contra uno, en duelos de ida y vuelta) en el plano doméstico no lograron coronarse.