Pelé, Maradona, Puskas, Bobby Charlton, Messi, Teófilo Cubillas, George Best… Tantos más. Todos los grandes del fútbol comenzaron a deslumbrar y a esquivar patadas en primera entre los 15 y los 17 años. A compartir vestuario con leones cuando a su edad otros chicos son llevados por sus padres al colegio. Los técnicos se equivocan poco en eso, saben cuándo tienen un fenómeno y lo mandan a la cancha temprano, muchas veces a despecho del físico, que aún no está consolidado, y de la malicia de los rivales. Pero quienes poseen un brillo especial, diferente al resto, lo demuestran enseguida, aprovechan al máximo los diez o quince minutos que les dan, iluminan la jugada, la mejoran, no temen porque el que sabe nunca teme equivocarse. De esa madera está hecho Anssumane Fati, el adolescente de Guinea-Bisáu que desde los 7 años vive en España.