Hay cien futbolistas valuados entre 48,4 (el noruego Odegaard) y 259,2 millones de euros (el francés Mbappé). Si el príncipe saudita Mohamed bin Salman está cerca de comprar el Newcastle por 344 millones, significa que un jugador puede valer más que muchos clubes de media tabla de la Premier League. Ni hablar de otras ligas de menores ingresos. La lectura es que la llegada del coronavirus ha resquebrajado la economía de los clubes, pero no ha reducido el precio de los cracks. Ni ahí. Todos saben quiénes son los buenos y nadie los regala por pandemias o por mal tiempo. Desde siempre, el componente más preciado de este deporte es el futbolista. Un verdadero talento es un activo importantísimo. Puede valer más que un banco o una empresa de cierta envergadura. Incluso si el Paris Saint Germain ganara la presente Liga de Campeones de Europa, Kylian Mbappé aumentaría bastante esa cotización.