Eduardo Granizo es un dirigente histórico. Con Olmedo de Riobamba, como presidente, le puso fin a la larga hegemonía de los clubes de Guayas y Pichincha en los campeonatos nacionales al coronarse en el 2000. Pero también se lo recuerda por ser el primero en enfrentar, en el 2009, a Luis Chiriboga cuando este presidía con autoritarismo la Federación Ecuatoriana de Fútbol y no admitía voces disidentes. Por no someterse, como varios de sus colegas, Granizo fue suspendido dos años por la FEF, hasta el 2011. Y mientras Chiriboga fue sentenciado en Ecuador por la justicia ordinaria, señalado por cinco delitos en EE. UU., e inhabilitado de por vida por corrupción por la FIFA, Granizo –más allá de discrepancias– se granjeó el respeto de la dirigencia. Ayer habló con Diario EL UNIVERSO.