Es de sobra conocido que Kobe Bryant tuvo dos caras a lo largo de su carrera. Una inicial, en la que era un muchacho rebelde, agresivo, muy independiente y con un carácter que no cuadró en demasía con sus primeros compañeros de equipo; y otra más accesible, esa que le hizo convertirse en Mamba Negra y en la que llevó a cabo una transformación, no radical pero sí paulatina, que vino acompañada de un cambio de número y de personalidad que le llevaron (entre otras cosas, claro) a esos dos campeonatos que completaron los dedos de una mano.