“La impresión que quedó de aquellos días es que todo el mundo murió”, recordaba el célebre periodista y escritor brasileño Nelson Rodrigues. O, para describirlo mejor, se preguntaba “¿Quién no murió…?”. Él tenía solo 6 años y se salvó. Hablaba de la gripe española de 1918, que en realidad no era española sino estadounidense. Ocurrió que, al estar al margen de la Primera Guerra Mundial, los diarios españoles no estaban censurados para informar sobre la epidemia que amenazó seriamente a la raza humana. Hablaban de la plaga que mataba gente en España, pero en realidad exterminaba en todas partes.