El llanto de Pedro Perlaza en público, al terminarse la final de vuelta de la Copa Ecuador el sábado pasado, evidencia el drama que vivía el Delfín. Quedó una sensación de injusticia porque futbolísticamente el equipo de Manta fue más que Liga en Quito, y fue mucho más en el Jocay. Pero el resultado y la desagradable actuación del árbitro Roddy Zambrano dejan ese sabor de injusticia porque queríamos observar la final de un torneo en el que el ganador lo fuera merecidamente.