Mientras lucha contra los zagueros y apunta al arco, Robert Lewandowski está pujando contra la historia. La memoria y la gratitud de los hinchas polacos aún sitúan (con toda justicia) como el mejor futbolista polaco de la historia a Grzegorz Lato, aquel puntero calvo que deslumbró por su velocidad y astucia en el Mundial 1974 y brilló también en el de 1978. Pero el primado de Lato (corría 100 metros en 10,2 segundos y sabía llevar la pelota) empieza a ser acosado por los goles y el palmarés más rutilante de Lewandowski: este triunfa en Alemania. El larguirucho del Bayern Munich marcha tercero por ahora en el ranking de los más celebrados jugadores nacidos en la patria de Chopin y Lech Walesa.