En los inicios del siglo XX, entre los años 1905 y 1910, nombres como los de Luisa Barriga, María Jaramillo, Mercedes Wright, llenaban de tenis las canchas de cemento en la Atarazana, o las que estaban cerca de la Plaza de la Concordia (donde hoy está la piscina Olímpica) o las canchas próximas a la fábrica de gas, en el barrio del Astillero; y por supuesto, cuando las canchas del Guayaquil Tennis Club (GTC) lo permitían.