Aunque la fecha no aparece todavía en los libros de texto –como sí está la del 13 agosto de 1521, cuando Hernán Cortés sometió al imperio azteca–, ya hace mucho tiempo, 30 años exactamente, que en México se acepta como hecho oficial que hubo una segunda conquista y esta comenzó la noche del 29 de septiembre de 1989, sobre el campo verde del estadio jalisciense 3 de Marzo, de Zapopan. Capitaneó esa maravillosa aventura, sin ejércitos ni arcabuces, un joven futbolista ecuatoriano que apenas tenía apenas 72 horas de haber aterrizado en aquel país. Era Álex Aguinaga, que no llegó en plan de invasor, como el español, sino como una de las más preciadas joyas del balompié sudamericano tras deslumbrar en la Copa América de Brasil 1989.