Existen ponencias, discutidas en foros, sobre cómo el fútbol ha cambiado y cuánto más podrá cambiar. En todas aquellas interlocuciones el denominador común es que el fútbol, en su esencia primigenia, se ha modificado y que el factor negocio lo arrolló sustancialmente. El espíritu del fenómeno social que es hoy se debe a la vertiginosidad empresarial redituable en millones de dólares; por eso me permito afirmar que la dimensión social de este deporte y su permanente progresión no tiene que ver con la calidad, sino con la cantidad, porque así lo ha recomendado la mercadotecnia deportiva, que justifica el concepto de modernización del balompié.