Hay una sensación, amarga, por cierto: que la Selección Ecuatoriana volvió a la década del ’60. Como toda sensación, no está amparada en rigor científico ni en argumentación, sólo en presunciones. Es lo que deja este triste comienzo de la Tricolor en la Copa América. Improvisación en el campo, debilidad futbolística, desorden táctico, fallas permanentes. Cero a cuatro primero con Uruguay, que luego no pudo vencer al Sub-23 de Japón, y 1-2 con un Chile poco convincente esta vez, pero al que le fue suficiente con algunos chispazos y un poco de la jerarquía de sus figuras, caso Alexis Sánchez. Y los resultados no son lo peor, porque le ha tocado perder por este torneo teniendo muy buenos equipos que luego clasificaron al Mundial. Descorazona el juego, la falta de un plan, la ausencia de jugadores de jerarquía, las desconcentraciones y errores mayúsculos. Como si estuviera lejos, muy distante de selecciones organizadas y con procesos serios, caso Brasil, Uruguay, Colombia, Chile, Perú (por Gareca, no por su Federación, otro desmadre), mismo Japón y Catar, hasta Venezuela, aún con su catastrófica situación de país. Argentina, Ecuador y Bolivia comparten un vagón desenganchado del resto del tren, van cuesta abajo y no saben cómo detenerlo.