A veces pienso que todo el pueblo ecuatoriano es un joven de apenas 20 años que corre tras una pelota para conseguir un sueño, para hacer realidad una ilusión postergada. Todos pensábamos que levantar la Copa del Mundo era la instancia que merecíamos pero que no pudo ser. Pero de ninguna manera eso debe representar el detonante derrotista, que consuetudinariamente ha concurrido a la terminación de un torneo continental en que compiten selecciones ecuatorianas.