La lista de 23 de Argentina para la Copa América tuvo el mismo efecto que el reporte de la cotización de la soja en Chicago o el pronóstico del tiempo para el mes próximo. En la calle, ínfimo interés. Ni polémica; apenas indiferencia, el sentimiento que despierta la actual Selección Argentina (¿hay una actual…?). La mística impresa por Menotti en 1974, cuando asumió, fue fortaleciéndose, alcanzó el cénit con los títulos y subtítulos mundiales y olímpicos y se prolongó acaso hasta 2006. Luego comenzó a difuminarse, a evaporarse, para llegar a este presente en que definitivamente no existe, ni rastro queda. Y no hay ningún valor más poderoso en una selección: la mística es un bien intangible y contagioso; anima, envalentona, trasmite. Se genera a través de grupos positivos, de actitudes nobles y de triunfos importantes. Y llega a ser el jugador número doce (con perdón de Boca). Con eso se empieza a ganar desde el himno.