El fútbol se rebela contra toda regla y la Champions es su mejor expresión. Vivimos en Anfield un partido inolvidable, la rebeldía de un equipo que es todo espíritu frente a una potencia mundial, el Barcelona, que tiene de todo y entre ello a Lionel Messi, el mejor del momento, y pretendidamente el mejor de la historia. Se enfrentaba a eso y a un 3-0, un poquito falseado por las circunstancias. Ese 3-0 no reflejaba lo ocurrido en el partido de ida, respondía a la genialidad de Messi y a una visible falta de fortuna del Liverpool, que durante bastantes minutos en el estadio Camp Nou sofocó al Barça, pero no obtuvo ni el triste consuelo de un gol.