Remontándonos a finales de la década de los años 50 e inicios de los 60, en Barcelona sucedieron muchas cosas dignas de recordarlas. Por ejemplo, en 1958 que terminó siendo un fracaso porque la directiva resolvió que jugadores símbolos del Ídolo del Astillero, como Sigifredo Chuchuca y Enrique Cantos, no continuaran en la plantilla porque supuestamente estaban acabados y no tenían más espacio. El tiempo les demostró que fue un terrible error. Tanto así que en el campeonato de Guayaquil de ese año perdió la categoría, pero con una leguleyada se mantuvo a Barcelona violentando el reglamento.