Como nunca antes, se corrió la voz de que algo inusual podría ocurrir en la elección de los nuevos miembros del Salón de la Fama del béisbol. Los 425 miembros de la respetable Asociación de Cronistas empezaron a comentar sobre los jugadores preferidos para este año. Entre la nómina saltaba un nombre en todas las papeletas. Era un candidato elegible por primera vez, luego de los cinco años de espera después del retiro como dice el reglamento.