La señorial y cosmopolita Buenos Aires de 1921, cuna de la Copa América, volvía a hospedar el incipiente torneo en el imponente estadio del club Sportivo Barracas, cuyo fulgor comenzó a extinguirse en los años treinta. Chile había desistido de participar por problemas internos; en cambio, el fútbol sudamericano saludaba el ingreso de un nuevo competidor continental: Paraguay.