La leyenda cuenta que a mediados de 1954 el ministro de Defensa de nuestro país en ese entonces, don Enrique Ponce, conocía que en Quito jugaba un delantero delgado, rápido y con un olfato goleador inigualable y que prestaba sus servicios para el equipo Argentina, que luego se denominó Deportivo Quito. Sabía que en su último partido en ese club, el 2 de mayo de 1954, el tan comentado artillero de apellido Raffo, le hizo cinco goles al Norteamérica.