A inicios de los años 60 los dirigentes del tenis ecuatoriano estaban vivamente interesados en organizar un campeonato sudamericano de ese deporte en nuestro país. La propuesta para hacerlo reposó por algún tiempo en la Confederación Sudamericana de esa disciplina, hasta que tomaron la decisión de otorgarle a la Asociación Ecuatoriana de Tenis (AET) la sede para que se lleve a cabo el certamen en octubre de 1962.