Si los seguidores del Liverpool pensaron que la lesión -y salida tempranera del campo- del goleador egipcio Mohamed Salah era lo peor que le podía suceder a su equipo en la final de la Liga de Campeones ante el Real Madrid, el alemán Loris Karius se encargó de ponerle su nombre a una noche fatal que nunca olvidarán: fue su propio arquero el que 'regaló' dos goles a los blancos, que ganaron 3-1 y consiguieron su 13a corona europea.