Desde hace 40 años, cada tanto, se revuelve el tema del Mundial 1978 y del 6-0 de Argentina a Perú al que cierta leyenda califica de arreglo de los militares argentinos. Hay periodistas que han investigado con ansias, se han escrito libros, jamás encontraron una prueba ni una versión consistente de que el partido estuviera comprado. El comentario recurrente es “hubo cosas raras”; ningún testimonio serio. Se aferran a una idea, a un deseo. Si un exjugador peruano saliera al ruedo y diera detalles concretos como “nos vendimos, nos dieron tal cosa, vino fulano, se arregló así…”, no habría cómo probarlo, aunque sí daría para pensarlo seriamente.