Desde las rodillas y en el medio de la cancha, Roger Federer soltó una volea tras otra ante Jack Sock hasta que el estadounidense finalmente falló. Federer sonrió. Se estaban divirtiendo. Y ¿cómo no va a divertirse el suizo? Es el mejor del mundo, a los 36 años de edad. Eso le suena extraño incluso a él.