De cómo un país puede verse como por encanto eufórico, unido, esperanzado, importante como nunca antes en siglos de historia, de cómo puede elevarse la autoestima nacional. De eso puede dar testimonio el Perú. Si hubiese un barómetro capaz de medir la felicidad de los pueblos, el anterior miércoles por la noche, el jueves, el viernes, hoy mismo, el Perú encabezaría el ranking mundial.